By Lina María Echeverri, PhD
República Dominicana es un país de color azul turquesa. Un azul que evoca la distancia, la nostalgia y la armonía. Un azul que te tatuarías en la piel solo para recordar como el mar Caribe te hace sentir una inexperiencia inigualable. Un azul que te invita a vivir tu vida sin arrepentimientos y te impulsa a renovar tu interior como si volvieras a nacer. Eso es el gran significado que puede dar una marca país a un simple turista.
República Dominicana no requiere de mayores esfuerzos en términos de marketing territorial porque es una marca que se vende sola. Solo conocer la belleza de sus atractivos naturales logra que el turista desee convertirse en residente.
Es una marca país que se autopromueve. No requiere de campañas publicitarias porque cada rincón que se descubre logra que tu espíritu quede impregnado de un aire puro que te revitaliza.
Esta hermosa isla debe olvidar su slogan de «Lo tiene todo» porque se queda corto frente a la experiencia que genera. Ningún país lo tiene todo; mensaje poco útil para diferenciarse. Lo que si logra percibirse es que se ha convertido en la meca del Turismo en Latinoamérica. Es un paraíso frente al mar que quisieras convertirlo en algo propio. Te conecta con tu alma y te compromete a regresar porque descubres que solo quieres sentir en tu piel el fresco viento dominicano.
Dos ciudades logran hacer visible este país: Santo Domingo y Punta Cana. El caso de Punta Cana demuestra como se ha sofisticado el turismo. Con aeropuerto privado, un sistema de transporte que te lleva a grandes complejos turísticos que se convierten en pequeñas ciudades donde el mundo se concentra para disfrutar el azul turquesa.
República Dominicana no descubrió el turismo de playa. Es el turismo de playa el que descubrió a República Dominicana. Me impresiona como el respeto hacia el turista es evidente en cada espacio que se visita. Su población afroamericana se caracteriza por su belleza y profesionalismo. Existe la cultura de turismo desde el pasado. Son negociadores por naturaleza sin caer en el hostigamiento. Insisto me asombra el respeto por el turista. Desde el 2013 vienen mejorando posiciones en el índice de competitividad especialmente en infraestructura aeroportuaria y transferencia tecnológica.
Los dominicanos son los maestros de la segmentación. Logran crear actividades de entretenimiento, practicas deportivas y recorridos por la isla dirigidos a familias, a adultos mayores, a niños, a parejas sin hijos, entre otros. Cabe señalar que se confunde el concepto de premium y lujo en la oferta turística. Destacándose el turismo premium más que el lujo. Por ejemplo tener un mayordomo que desempaca las maletas y plancha tu ropa no es una acción dirigida al mercado de lujo.
Finalmente, destaco que la marca país de República Dominicana se caracteriza por tres grandes atributos: una raza afroamericana fuerte y noble; la belleza de sus playas de arena clara y mar turquesa; y el ambiente de seguridad y respeto hacia el visitante.
PD: Este post se lo dedico a mi amigo Donald Rowland.