China: un nuevo escenario para el marketing

By Lina María Echeverri, PhD

Sorprende encontrar un país con una transformación radical de pensamiento como es el caso de China. Nuestro imaginario colectivo que concebía a China como una nación lejana y distraída en el comunismo ha logrado redescubrir un territorio que no solo ha evolucionado sino que ha revolucionado.

El capitalismo empieza a tocar las fibras de los habitantes en china. Los rascacielos en Shanghái son apenas una demostración del crecimiento y visión futurista en China. Sin sacrificar creencias, los templos religiosos conviven con los centros de negocios. Su aproximación al capitalismo ha creado una nueva cultura que combina la espiritualidad con el consumismo. Una ecuación que para algunos sería imposible de entender, en China encontramos que ya la tiene impresa en su filosofía nacionalista. Tres dioses chinos lo demuestran: el dinero, la felicidad y la longevidad. Estos dioses podrían convertirse en los tres pilares del marketing. Un marketing que al generar rentabilidad cobra pertinencia en una compañía. Un marketing que busca mantener clientes felices crea valor a la empresa. Y un marketing donde las decisiones a largo plazo fortalecen la visión corporativa.

China ha ganado un protagonismo único. Si en el pasado llegamos a subestimar a China por la baja calidad de sus productos, es ahora China quien subestima al mundo. Con sensatez, organización y disciplina, esta nación es el universo ideal para el marketing. Su contacto con el marketing ha propiciado una nueva civilización del consumismo. Compradores amantes de las marcas de lujo concentradas en distritos de negocios. Compradores jóvenes que tienen contacto con marcas europeas que estimulan necesidades hedonistas y para las cuales el dios dinero no se resiste frente a la majestuosidad del merchandising.

La nueva generación china desde muy temprana edad ha recorrido el mundo. Y lo más importante, se han llevado el mundo a sus ciudades. Como es el caso de Shanghái, la nueva meca de los negocios. Con más de 20 millones de habitantes, caracterizada por una interesante mezcla cultural de británicos, franceses y chinos, es un lugar que supera las expectativas de visitantes y residentes.

Shanghái es el nuevo paraíso para el marketing de lujo. Es el oasis que todo profesional y aficionado al marketing debería conocer y experimentar. Así descubrirá como lo antiguo y lo moderno conviven armoniosamente. Encontrará cómo la barrera del idioma es invisible para las nuevas generaciones y valorará la riqueza espiritual en su actuar y no como estrategia comercial. Comprenderá especialmente, como el término «descuento» lo entienden y lo atienden para lograr una negociación. Los profesionales del marketing y de la venta en China nos enseñan sobre humildad. No alardean de sus acciones, por el contrario escuchan al cliente. Ahora bien, escucharlo no implica satisfacerlo. Escuchar es confiar y entender sin ceder necesariamente.

China demuestra que en términos de marketing no hay nada escrito. La censura hacia las redes sociales más populares en el continente americano es un ejemplo de cómo el marketing se ha reinventado en China. Los chinos son adictos frenéticos de las redes sociales. En los restaurantes, en la calle y en los centros comerciales se puede observar un silencio colectivo generado por su entretenimiento con sus dispositivos.

Vale la pena visitar una tienda de Apple para evidenciar que es un «centro de atracción» para los chinos. Apple entró en China como una «marca de lujo» accesible a la clase media que se ha convertido en la fuente de ingresos más grande para la compañía americana. Los jóvenes chinos valoran las marcas porque para ellos el status es fundamental. La marca habla por ellos. Las marcas originales son altamente valoradas en un país donde el mercado de la imitación es inadmisible en las grandes urbes. Acostumbran a realizar consultas online previo a la compra. El motivo principal de su consulta es conocer el precio. Y al momento de efectuar la compra la realizan en el punto de venta.

Como marca país, China está rediseñando su propia identidad. La necesidad de omitir el fantasma de «baja calidad» le costará tiempo y grandes acciones para generar credibilidad al mundo. Se evidencia especialmente en Shanghái el interés de un país por abandonar la imagen de productor para convertirse en negociador. Aunque su tradicionalismo político interfiere en los avances sociales, la estrategia de marca país deberá capitalizarse sobre la confianza que deben ganar los productos en mercados extranjeros, exponerse a la libertad de expresión y acercarse al mundo occidental sin perder su identidad nacional.

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